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amigocarne

Eran dias de semana.

Las disertaciones sobre los cúmulos aéreos se acabaron,
mi aliento de ceniza no tiene como remediarlo.
Por los laberintos calles
yo he caminado,
perdido
con mi sombra extendida en los rojos del oriente.
El viaje es débil
porque la mente vive en otro lado,
dispersa,
como granizo.
Amaneceres volantines,
desiertos apareciendo del vacío.
En la mente del siniestro
nadie te conoce si no te ha visto,
una mirada basta conchetumadre.
Los pasajeros en el tren,
desiertos, como luciérnagas
esperando hacerle el amor a tu mujer.
Hechas de yeso
las mangas de tu camisa,
desiertas también.
No hay razón para la depresión,
bloques de cemento contra genocidios fatales,
la bomba no es nada,
el miedo lo es todo.
La mirada es desierta,
como suben gargajos por mi boca,
la cabeza mareada,
de tanta multitud.
Desiertos en la boca de cada estadio nacional
invierno nuclear en la cara de todo ciudadano.
La madrugada oscura
bocinas y sirenas a las ocho de la mañana
narices empapadas
pacos en la esquina
pañuelos en las caras,
el movimiento es lento en la ciudad donde nadie se da cuenta.
Inclínate un poco en el balcón,
observa como todo crece y vuelve a ceder.

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