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amigocarne

Laberintos.

Las fotos de su niñez yacen apiladas en un rincón. Está seguro que nos faltan frescas corrientes de viento como también que algún día las hormigas reinarán su hogar. Para cualquiera hacer la cama es un escándalo, ruido y líquidos en las cuatro esquinas. Los amigos viven en las torres de concreto y antenas de papel, solo se pueden comunicar con vasos plásticos e hilos amarrados por detrás.

El trance viene con el sol. Ráfagas de viento impresas en las fotos del paisaje son el camino con el mono y el elefante hacia el espiral.  Perros corriendo por toda la eternidad tras los autos de sus dueños que jamás volverán. Ríos juveniles se deslizan por entre los sauces que hicieron llorar, por diminutos panoramas cristalinos y olvidadizos.

Salió entonces al balcón después de conversar meses con ella en su imaginación, prendió el cigarrillo en el frío del verano y con la cara somnolienta recordó entendió escribió compuso una ultima explicación, un disparo profundo a su pecho violeta. En el fondo. Pese a todo. Excluyendo todo. A él le obsesionan los laberintos en las nubes y en su cama.

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