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amigocarne

Chaleco antibala.

El temblor que nace de sus manos y los recuerdos que insensatos se queman en su cabeza de terciopelo van al vaivén del tren. Le quedan: cosas que guardar en su cajón, vivir alguna de sus fantasías (trágicas o no) paranoico cinematizadas, fumarse los últimos cuatro cigarrillos en la habitación medio oscura. El gato maúlla y él no sabe porqué, posiblemente tenga algo que compartir.

Aprendió que como bien sabe, el tobogán espera al que no está atento. En vigilia constante. Por sus ojos ya pasaron todas las respuestas que imaginó. Así es bien difícil impresionarse.

Le asombra lo fácil que parecen olvidar y perdonar las personas 100 km a la redonda. Pareciera que tienen algo más que un chaleco antibala. El ahogo en su sangre que tanta ansiedad le entrega es parte de su obsesión desde el día en que nació. Son rumores que en fotos ve transformada la belleza de las personas que como recuerdos se le escaparon de sus manos cabizbajas.

El tiro en la culata que mientras estalla tan hermosa lo deja libre por siempre. No quiere más perros desnutridos ni beber bencina. A paso largo y ancho va hoy día caminando porque entendió que las cosas nunca terminan ni son presa de cabellos o manos de mujer. La niebla no se disipa. El mar no se abre. El intermitente destello que lo hace volar es eterno, basta abrir los brazos y empezar a flotar. El circuito siempre nos llevara adonde realmente pertenecemos.

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