Frecuencia emergente.
He ido borrando mi memoria
de forma paulatina
y siempre procuro mantener un orden
en mi almohada
duermo con fantasmas en mi cama
que mientras me arrullan y encariñan
peinan mis cabellos como alambres
me tiran el pelo pa´ arriba
como amigos imaginarios
que solo salen de noche.
Son mujeres bien cuidadas
ancianos desteñidos pero elegantes
en la mañana es cuando me acuerdo que los vi
por la humedad en mis ventanas
que caen como cascadas
haciendo trazos y dejando huellas
de donde estuvieron jugando.
Ya mi infancia no la reconozco
está corroída en desviaciones y signos pares
poca idea tengo si cuando chico fui feliz
si estuve solo, si hablé con perros
si andaba solo por ese laberinto que era la casa de mi abuelo
esas sensaciones de melancolía se pasean
bien lento
como camufladas
en las amapolas
en caminatas por pastos con margaritas.
Mi aliento es de enfermo porque yo lo elegí
ando cansado y obligado de tener que tejer despierto
horrorizado de cómo mis pepas no se cierran
pero cuando lo hacen no las puedo abrir
asustado porque el tren ya se me fue compañero
y ya partieron hasta las avionetas al sol.
Hablar con alguien a la cara requiere valor
pasearse por tus mejillas
deslizarme por tus cejas
observando desde la punta de tu nariz
se cayó en los hoyos de tus ojos
me acurruqué en el rincón de tu labio
terminé viendo doble
triple, de tanto escuchar como mi mente cuchichea.
Nunca voy a estar cansado de escuchar
como las montañas rugen.
0 comentarios